En la era de las redes sociales, lo que más ha venido a revolucionar es el mundo de los negocios.
No se había terminado de aprender un modo de colocar productos que ya la Internet generaba cientos de bocas de expendio para quienes supieran aprovecharlo.
Más allá de la ganancia en dinero, apareció una nueva forma de hacer negocios: el intercambio, sin dejar de lado la venta por remate, en forma masiva.
No hay que ir a ningún lugar, basta tener una computadora a mano y una conexión.
Otro concepto apareció en el medio: no hay todo para todos, tendremos que adaptarnos.
A raíz de las necesidades que surgen por la cantidad y nuestras necesidades básicas, vamos comprometiendo nuestro futuro, principalmente nuestra necesidad de refugio, de un hogar.
Es por ello que aparecen nuevas formas de inversión para la casa o la vivienda, nosotros lo necesitamos, hay alguien que lo ofrece, y está más accesible que nunca a través de Internet.
La crisis de la vivienda impone nuevas propuestas y una de ellas es la de comprar fragmentos de ellas, durante la vida útil, preparándonos para el futuro.
A Algunos le podrá sonar a lo mismo que ya se conoce desde hace mucho, que se llama cuota. El problema de la cuota es que las variaciones económicas no se ajustan a las prevenciones de una cuota, mucho menos cuando las medidas económicas también sufren el mismo proceso, tienen que será creativas, son probablemente nuevas, no se tienen garantías que se mantengan y sobre todo, cada nuevo gobernante cambia las reglas del juego, lo que hace complicado planear cuotas.
Hay nuevas figuras, nuevos conceptos, como el de ser dueño de una vivienda fragmentada, un ejemplo sería, comprar un porcentaje de una vivienda y pagar el porcentaje correspondiente de alquiler en combinación con los otros dueños de la vivienda.
Por ejemplo, se supone tener el 30 porciento de un departamento, entonces además, pagamos el costo de lo que represente el porcentaje del que no somos dueños, el 70 porciento de alquiler, el 70 porciento de expensas, y así.
Ello implica pactar quién es el que vive en el departamento, pero para todo lo demás conviene de muchas maneras, sobre todo en estado actual donde para el bolsillo medio es muy complicado llegar al costo de la vivienda completa.
Otras ventajas son que como se es dueño, el cuidado de la vivienda es otro, el socio inversionista puede estar tranquilo respecto a las condiciones en que se mantiene el inmueble.
Hay otras situaciones para analizar, por ejemplo, el caso en que se realice una prenda hipotecaría sobre la propiedad, o se tome como valor de garantía para préstamos, o tan siquiera se alquile a un tercero, e incluso adquisición de mayor porcentaje por alguna de las partes del convenio, pago de impuestos, etc.
No sería tan sencillo como ser el propietario, pero es una alternativa viable para un bolsillo medio.